HOMO ESKULTOR. La génesis del arte. Jose María Mínguez Albizu

J. Ma. MÍNGUEZ ALBIZU


HOMO ESKULTOR


LA GÉNESIS DEL ARTE

Sobre cómo el hombre de Neandertal evolucionó hasta constituirse en el Homo Sapiens y otros descubrimientos

VÍDEOS

ESCULTURAS

Hace unos 3’3 millones de años, cuando por medio de la actualidad manipuladora, el homínido hace chocar dos guijarros, la materia ¡eclosiona! perdiendo su inmutabilidad: «Aquí reside la “potencia de cambio” de nuestra intergeneracional evolución». Por consiguiente, no es de extrañar, que sería a partir de la materia pétrea: «cuando el homínido se inició con el Arte de la representación hace unos 800.000 años». Prefiguraciones que emanaban de los bloques neógenos de sílex, donde el Homo eskultor establece una interacción hilemórfica entre la cortical y el artificio. Luego si las primigenias esculturas arraigaban desde la intergeneracional «potencia de cambio» que residía en la materia pétrea, tampoco nos sorprenderá, que además de aplicarse técnicas de nueva factura, asimismo se mantendrían aquellas que durante cientos de milenios habían empleado los homínidos en la confección de los útiles. Lógicamente, nos encontramos, con que la representación se configura de manera silueteada y en general de bulto por un lado, y desde luego es una excepción el hecho de encontrar una representación a escala tridimensional. En este sentido, se debe tener en cuenta, la total inexperiencia del homínido con el arte y el grado de dificultad que representaba esta materia. Por esta razón se obviarían las extremidades como son las patas, rabos y cuernas; así mismas, las alas de las aves en vuelo quedan fusionadas en el bloque de la silueta; y en el caso de los peces se insinuará alguna aleta con gran dificultad. De este modo la representación se reducía a la cabeza y el tronco del sujeto, aunque, en ocasiones, se sugieran ciertas partes a modo de muñones, se realce a modo de fuste o se recurra al arco para darle cierta espacialidad.

El problema de la Arqueología es que, ante el objeto a estudiar, se han impuesto los marcos cualitativos de los útiles, prescindiendo del valor sensitivo, o, yo diría mejor, que los arqueólogos han perdido: «la inocencia primigenia con la que afrontaron la representación estos paleo-artistas». El objeto deductivo es que: ¡Nada!, a no ser una «radical simplificación», podría explicar nuestro «originario sistema» de conocimiento.



***

Debo añadir que estoy dispuesto a colaborar (allá donde se me solicite) dando conferencias en escuelas, universidades, salas de cultura y demás centros educativos y culturales. Dichas conferencias se complementarán: con gráficos y fotografías del material arqueológico y sus correspondientes explicaciones verificativas, para así hacer más comprensible el subyacente valor simbólico que entrañan estas protoformas.

ARQUETIPOS

 
Reverso. Amante del Ebro. T. R. 5,8 X 2,8 X 9,2

Frente, perfil y reverso
Amante del Ebro
T. R. 5,8 X 2,8 X 9,2

 
Pez. T. R. 25,5x 14,5

Pez
T. R. 25,5x 14,5

Pez <br>T. R. 24,8 x 17,5

Pez
T. R. 24,8 x 17,5

Pez. T. R. 11,8 x 4,6

Pez
T. R. 11,8 x 4,6

Pez. T. R. 11,5 x 4,6

Pez
T. R. 11,5 x 4,6

Pez. T. R. 9 x 8,2

Pez
T. R. 9 x 8,2

Pez con las faces abiertas

Pez con las faces abiertas
T. R. 7,5 x 7

Tortuga. T. R. 18,4 x 11

Tortuga
T. R. 18,4 x 11

Tortuga.

Tortuga
T. R. 12,6 x 7,3

Tortuga. T. R. 12,2 x 7,2

Tortuga
T. R. 12,2 x 7,2

Tortuga. T. R. 12 x 7,5

Tortuga
T. R. 12 x 7,5

Tortuga. T. R. 7,5 x 5,2 x 7,4

Tortuga
7,5 x 5,2 x 7,4

Tortuga. T. R. 7,3 x 4

Tortuga
T. R. 7,3 x 4

Oso. T. R. 17,2 x 9

Oso
T. R. 17,2 x 9

Oso T. R. 11,8 x 7,2

Oso
T. R. 11,8 x 7,2

Oso. T. R. 11 x 7,3

Oso
T. R. 11 x 7,3

Oso. T. R. 6,4 x 4

Oso
T. R. 6,4 x 4

Elefante. T. R. 15 x 14

Elefante
T. R. 15 x 14

Elefante. T. R. 14 x 11,7

Elefante
T. R. 14 x 11,7

Elefante. T. R. 9 x 9

Elefante
T. R. 9 x 9

Elefante. T. R. 6,4 x 5,5

Elefante
T. R. 6,4 x 5,5

Mamut. T. R. 6,2 x 5,3

Mamut
T. R. 6,2 x 5,3

Bisonte T. R. 17,6 X 15,8

Bisonte
T. R. 17,6 X 15,8

Bisonte tendido T. R. 16,5 X 11

Bisonte tendido
T. R. 16,5 X 11

Bisonte T. R. 13,8 X 11,8

Bisonte
T. R. 13,8 X 11,8

Bisonte T. R. 8 X 6,8

Bisonte
T. R. 8 X 6,8

Bisonte T. R. 6,6 X 5

Bisonte
T. R. 6,6 X 5

Bisonte recostado T. R. 5,3 X 4,2

Bisonte recostado
T. R. 5,3 X 4,2

Gallo. T.R. 19 x 20,5

Gallo
T. R. 19 x 20,5

Gallo. T.R. 9,7 x 9,4

Gallo
T.R. 9,7 x 9,4

Gallo. T.R. 8,5 x 5,7

Gallo
T. R. 8,5 x 5,7

Gallo. T.R. 7,6 x 7,7

Gallo
T.R. 7,6 x 7,7

Gallo. T.R. 6,3 x 5,8

Gallo
T.R. 6,3 x 5,8

Gallo. T. R. 5 x 5

Gallo
T. R. 5 x 5

Murciélago en vuelo T. R. 19 X 10 x 12,8

Murciélago en vuelo
T. R. 19 X 10 x 12,8

Murciélago en vuelo T. R. 17 X 13

Murciélago en vuelo
T. R. 17 X 13

Murciélago en vuelo T. R. 12,5 X 11,5

Murciélago en vuelo
T. R. 12,5 X 11,5

Murciélago en vuelo T. R. 5,8 X 5

Murciélago en vuelo
T. R. 5,8 X 5

Murciélago en vuelo T. R. 5,2 X 4,8

Murciélago en vuelo
T. R. 5,2 X 4,8

Murciélago en vuelo T. R. 3,9 X 4,3

Murciélago en vuelo
T. R. 3,9 X 4,3

Águila al acecho. T. R. 20,5 x 25 x 14

Águila al acecho
T. R. 20,5 x 25 x 14

Ave de cuello alargado en vuelo. T. R. 17,5 x 15,3

Ave de cuello alargado en vuelo
T. R. 17,5 x 15,3

Ave en vuelo. T. R. 13,5 x 7,5

Ave en vuelo
T. R. 13,5 x 7,5

Ave de cuello alargado en vuelo. T. R. 12,5 x 8

Ave de cuello alargado en vuelo
T. R. 12,5 x 8

Ave en vuelo. T. R. 7,2 x 7,5

Ave en vuelo
T. R. 7,2 x 7,5

Águila en vuelo. T. R. 4,6 x 5

Águila en vuelo
T. R. 4,6 x 5

Monta de aves. T. R. 28 x 26

Monta de aves
T. R. 28 x 26

Monta de tortugas. T. R. 17,5 x 14,3

Monta de tortugas
T. R. 17,5 x 14,3

Monta de aves. T. R. 10,3 x 10,5

Monta de aves
T. R. 10,3 x 10,5

Monta de cuadrúpedos. T. R. 10 x 5,8

Monta de cuadrúpedos
T. R. 10 x 5,8

Monta de gatos. T. R. 8,4 x 6,7

Monta de gatos
T. R. 8,4 x 6,7

Monta de aves. T. R. 7 x 6,8

Monta de aves
T. R. 7 x 6,8

José María Mínguez Albizu

Mis credenciales no son las que normalmente respaldan este tipo de libros, pues no cuento con ningún título. Soy en toda la extensión de la palabra, un autodidacto, cuyo trabajo experimental dependería de la estética y el arte. En este sentido, al contrario de la pragmática valoración del arqueólogo, el artista, goza de resortes más imaginativos para descubrir cosas. Éste es mi caso, donde el objeto gnoseológico había sido reducido por los arqueólogos a la peyorativa idea de «cultura de lascas», cuando, muy por el contrario, dicha cultura era contenedora de la «hermenéutica abstracción» que gestó al hombre moderno: «¡El Arte sobre sílex!»

Por otro lado, contar con el aval de los arqueólogos es tan impensable como el hecho de que lleguen a reconocer: que unos 800.000 años de Arte sobre sílex hayan pasado inadvertidos para ellos. En el fondo, el problema «fenomenalista de abstracción» no concernía a la Ciencia, sino al ámbito particular «indéxico» del Arte. Lógicamente, las alternativas intuiciones del artista han resultado ser tan indispensables como decisivas. Además: ¿Dónde se iban a encontrar las claves del hombre de la Edad de Piedra ¡sino en la Piedra!?

El tiempo invertido en la realización de este libro supera los 19 años. El trabajo ha sido arduo, y tanto la prospección como el análisis de las piezas, las fotografías y los gráficos, la clasificación y los escritos, donde me he impuesto la DUDA como guía correctora, me han obligado a constantes y profundas rectificaciones. En efecto, sin esta premisa cardinal, donde una y otra vez me he visto forzado a revisar el material arqueológico, no hubiese llegado demasiado lejos. Un proceso e identificación que se me han ido revelando con una gran intensidad vivencial, ya que, finalmente, creo haber conseguido materializar una de las intuiciones que aportan más Verdad a la existenciaria problemática Humana.

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MANIFIESTO


El tiempo invertido en la realización de este libro alcanza los 20 años. Y no sólo «se trata» de uno de los descubrimientos más importantes y trascendentes que se han realizado en la «Historia de la Arqueología»; sino que, además, el «tratado analítico» que he llevado a cabo a lo largo de mi investigación: «Se constituye en un “Primordial referente” del Arte y la Cultura». ¡Cosa que no ha existido hasta el momento presente!

Con todo, la Corporación Arqueológica que representa a la Comunidad Navarra: ¡me tiene marginado desde hace dos décadas! Autoritarios prejuicios que, ante el investigador independiente, adopta la Cultura oficialista: ¡De forma tan Solemne como Inmovilista! Inclusive, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Estella-Lizarra: ¡Pasa de mí olímpicamente como si fuera un Don Nadie! Esto nos demuestra la falta de sensibilidad de nuestras instituciones: ¡Impidiendo que los nuevos descubrimientos se acepten de buen grado! De esta manera tratan de reducirme al anonimato…

¿A qué esperan…? ¿Acaso, a que otros supuestos investigadores, que tienen acceso a las «Revistas especializadas», se antepongan atribuyéndose éste «Gran Hallazgo»? ¿Tanta envidia y rechazo despierto en el ambiente cultural de la Comunidad Navarra? ¡Pues Sí! Esto ocurre puntualmente en la Historia: «¡Cuando emergen los Hombres que aportamos las cosas más reveladoras a La Humanidad!». En esencia, lo revelado no se administra, ¡Se experimenta!

En Estella-Lizarra, se habla mucho de Patrimonio de la Humanidad. ¿Qué mayor patrimonio, hoy día, que éste libro y su material arqueológico? Lo digo, porque, en el terreno de la Arqueología, la Antropología y la Mitología: ¡Nos podríamos convertir en la Vanguardia a escala Mundial! ¡Algo que nos Colmaría de Orgullo a todos! Pero no; mejor es aparcar a este investigador que, ¡en base a sus relevantes logros personales!, nos hace Sombra. Justo «aquí» viene el problema de fondo: ¿Hasta cuándo… vamos a estar los navarros privados: «De éste Universal bien Cultural»?


¡Qué irresponsabilidad!

J. Mª. Mínguez Albizu

 

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